diciembre 20, 2011

No cambiaría esas sonrisas por nada.~

En el otro extremo del lugar me encuentro sentado, no hay mucho para ver... Hay mucha gente, en sus conversaciones dejan denotar alegría, jolgorio y tranquilidad. Se nota que el momento no deja entrever tristezas, cada quien festeja algún comentario gracioso de política, los mas allegados disfrutan de chistes familiares. Es una típica reunión sin mucha mas razón que disfrutar de un momento sagaz de diversión. Admiro el entorno y me divierte, realmente no recuerdo cual era el hilo de la conversación con mi primo, el cual también parece divagar en pensamientos internos sin mucha lógica. Es divertido pensar como las cosas transcurren, pequeños grupos de personas que comparten lazos familiares o amistosos ríen y festejan entorno a bebidas y comida, pero eso no me genera demasiado, veo algo mas allá, que no me permite estar concentrado... En algún punto, quizás muy lejos, quizás mas cerca de lo que creo, es la sonrisa de aquella mujer la que me tiene inquieto. Ríe, sus labios hacen muecas de gratitud ante un halago, y vuelve a reír por un comentario de un hombre que no me importa definir. Sonríe, se arregla el peinado sin necesidad alguna (esta perfecto desde que la vi cruzar el umbral de la entrada) mira el suelo tímida, y cruza una mirada conmigo. Es un instante fugaz, quizás sin lógica incrementa su sonrisa mostrándose alegre y jocosa, y deja de mirarme. Me imagino que mi cara cambio, se que quede con la boca abierta y ella lo noto, se que vio que mi mente estaba en blanco y lo disfruto. Disfruto de mi idiotez. Intento reponerme del bochorno (a mi parecer) y busco que excusa poner para acercarme y encarnar una conversación. Me vuelve a mirar mientras arregla de nuevo su tocado y suavemente acomoda su camisa. Toda ella es hermosa, viste como una diosa pero su actitud va mas allá, definitivamente esa mujer no encaja en el entorno, llama mucho la atención que sea tan bella, tan vivaz y risueña, no puedo dejar de contemplar su tez morena, y sus castaños ojos enmarcados en negro con una sutileza exquisita. Intento poner mi mejor cara, me paro despacio y camino, torpemente, hacia donde esta ella. Los nervios me hacen transpirar, nos conocemos hace mucho, pero cada vez que la veo no quiero mas que presentarme de nuevo y suspirar porque no me conociera y así tener algún tema para conversar; Me ve, nuevamente se arregla, con la maravillosa rapidez de una mujer, repasa su vestimenta rápidamente, de reojo se mira a un reflejo allá a lo lejos y se acerca para abrazarme cariñosamente. Cada vez que lo hace me encuentra desprevenido, doy un saltito como si no supiera que esta pasando y caigo en cuenta de que quede como un idiota de nuevo. Ella ríe, divertida, y sin mas se da una conversación fluida. El sol esta en su punto mas alto, pero lentamente se aleja hacia el horizonte mientras la encarnizada conversación explota en risas, bochornos y comentarios de todo el resto de las personas del lugar. Es divertido ver que la diosa que se encontraba al otro lado del hall es una mujer, es una mujer real a la que puedo palpar y hacer reír, que tiene perfume, uno que hipnotiza y una voz que deja destellos de vivacidad en mi. Pareciera que estamos en otro tiempo, nuestro mundo avanza lentamente entre alborozados comentarios y sonrientes apreciaciones de nuestro alrededor, todos están apurados, pero nosotros no, disfrutamos de ese momento y queremos volverlo eterno.
El momento que temía no tardaría en aparecer, los familiares ya caídos en gracia del alcohol se acercan y comienza su festín de chistes incómodos acerca de nosotros. Ella ríe de los comentarios y se divierte de la situación, esta nerviosa, igual o mas que yo. No dejo pasar la oportunidad para piropearla y hacerle alguna que otra proposición, supongo que es mas para dejar conforme a los sabios y alegres adultos que a ella, y ella no se molesta por eso. Por alguna razón las miradas comienzan a soslayarnos, somos jóvenes en medio de esa reunión, es como si los demás disfrutaran de mi, intento, de cortejo hacia ella. Suizas intentan recordar lo que se sentía, cuando no había hijos y tenían el mundo por delante, cuando disfrutaban cortejar y ser cortejadas. Es incomodo, pero el momento perfecto. Definitivamente las horas pasaron, los arboles ya dan sombra y el calor azora, y en ningún momento note que ella se quiera ir. Su sonrisa hace de cada momento un deleite, sus labios de mueven entonando palabras divinas y frases que no puedo comprender. Mi estado es inerte, estoy fuera de ese cuerpo que habla y ríe, que acaricia su mano suavemente de vez en cuando y que observa el regocijo de ella cuando lo hago. El tiempo pasa, las horas transcurren y es hora de irnos, odio este momento, apenas si disfrute de ella, apenas recuerdo gran parte de la conversación, sigo nervioso, sigo transpirando, pero a su lado estoy cómodo, y ella también. No quiero que se valla no quiero que esto termine, y sin contar que no pude besarla! 


Nos despedimos, damos reiteradas gracias y chiste finales solo queda el beso, frió, en la mejilla y sostenerle las manos mientras la miro a los ojos haciéndole saber que estoy perdido en su sonrisa, se escucha su nombre a lo lejos, es la tercera vez que la llaman y se va. Me da una ultima mirada, se arregla el pelo y la ropa, saluda al resto y camina hacia la salida. En ese instante todo se detiene, antes de dejar de ver su cuerpo su hermoso rostro se dirige hacia mi y me regala una sonrisa, para un instante después desaparecer. 


Caigo en cuenta de que hace segundos estoy parado y que va a comenzar a parecer extraño, que aquel hombre, tímido y desconfiado que se encontraba en una punta del recinto se haya quedado mirando a esa mujer, una diosa caminando, que regala sonrisas destellantes a los demás. 


Veo a mi primo sentado, tomo un cigarro de la caja que ya había aprontado en mi mano y me siento a su lado... Este se ríe y solamente cruza unas palabras conmigo:


- ¿La queres enserio, no?.-
- Si... No cambiaría esas sonrisas por nada...-